Hay veces en que los personajes se niegan a vivir solo en el papel. Se escapan de los capítulos, susurran ideas en mitad de la noche y exigen otras formas de contar su historia. Eso es exactamente lo que me ocurrió con Natalia, una de las almas protagonistas de mi novela, Entre Amores y Abismos.
Quienes han navegado sus páginas saben que su viaje es una exploración cruda de las contradicciones del amor. Es la historia de una mujer vibrante que, en su anhelo por recuperar un deseo perdido, se atreve a cruzar la línea de lo prohibido. Su infidelidad no es un simple acto, es un grito, una búsqueda desesperada en medio de un torbellino de amor, culpa y pasión.
Mientras escribía su historia, sentía que su conflicto más profundo —ese anhelo por poseer un amor que se le escapaba, su lucha contra la sentencia de sus propios actos— tenía la resonancia de una leyenda antigua. Me recordaba a esas canciones trágicas y poderosas, como "Hijo de la Luna", que transforman el dolor humano en un mito eterno.
Y así, imaginé su historia como un vals. Un vals andino, melancólico y teatral, con el ritmo de un corazón que se debate entre el placer y la penitencia. De ese sentimiento, de ese abismo, nació esta canción.
El Vals de la Costa y el Mar
Dicen que una mujer
Que buscó el placer
No supo el acontecer
Ni lo que iba a temerEse día en la costa
La mar la miró celosa
Su voz se escuchó rota
Juzgó como una Diosa"Quieres tenerlo todo
Poseerlos como tesoros.
A aquel, tu esposo
A ese sobre todo"La-ra-la-la
La mujer de piel canela
Sangre y raíz latina
Reclamó lo que anhela
Antes de que fuese ruina"Mi piel arde en noches
He hecho actos atroces
Yo he perdido nociones
Entre amores, colores
Entre abismos, olores
Quitame esta maldición
Ser infiel en abdicación
Libérame de adicción
Salir de esta confusión
Sólo dame su afección"La-ra-la-la
Esa mar en inclemencia
No exhibió indulgencia
"Eres pura indecencia
Mas no tengo incumbencia
Mas tengo tu penitencia"Mujer en niebla envuelta
Se transformó en costa
La Mar caminó coqueta
Brillando como estrella
Toma el alma del hombre
Hasta que lo enamore
O hasta que lo absorbe
O hasta que ella llore
El hombre, ahora es Mar
No sabe si podrá amar
Costa, lo va a extrañar
Sin esa piel que acariciar
Del Realismo a la Leyenda
Quienes conocen mi novela sabrán que el destino de Natalia y Daniel es mucho más complejo y terrenal; su historia es, ante todo, un viaje hacia una posible sanación. No termina en una tragedia mítica, sino en la difícil y humana tarea de reconstruirse.
Entonces, ¿por qué esta versión?
Porque esta canción es el eco simbólico del alma de Natalia. Es la destilación de su momento más oscuro, la esencia de su anhelo convertida en leyenda. Es el cuento que se contaría junto al fuego sobre la mujer que deseó tanto que se fundió con el paisaje, esperando eternamente una caricia que nunca llegará.
La novela explora las fracturas humanas con realismo y audacia. La canción, en cambio, las viste de mito. Ambas, sin embargo, nacen de la misma pregunta: “¿Quién no ha sido contradictorio alguna vez en el amor?”.
Si la melodía de este vals resuena contigo, si sientes la atracción de ese abismo entre el deseo y el amor, te invito a conocer la historia completa de Natalia y Daniel.
Me encantaría saber qué te ha parecido la canción y qué emociones te ha despertado. Puedes dejar tus pensamientos en los comentarios.
Con cariño y desde el borde del abismo,