La relevancia del nombre
Desde una perspectiva personal, el nombre de un personaje puede ser importante… o no. En serio. No hay razón para sentirse mal si no se dedica demasiado tiempo a encontrarlo. Sin embargo, es cierto que un buen nombre puede marcar una diferencia. Puede añadir una capa de profundidad, de intención. Aporta estructura, color, e incluso un eco que permanece en la memoria.
Y esto se aplica no solo a protagonistas, sino también a personajes secundarios o incluso terciarios.
Curiosamente, a veces el autor decide no nombrar a su protagonista. Esto ocurre a menudo en los videojuegos o relatos en primera persona, cuando se busca que el lector o jugador se sienta dentro del personaje, como si ese silencio fuera un espejo.
Sobre los métodos de inspiración
He visitado muchos sitios de escritores, y en todos encuentro lo mismo: hay quienes inventan sus nombres desde cero, quienes usan nombres genéricos, quienes se inspiran en personas reales, o quienes piden sugerencias a sus amistades. Algunos incluso delegan la elección por completo.
Hoy en día también existen generadores automáticos y herramientas de inteligencia artificial para esto. Y aunque algunas opciones nos parezcan más personales o más creativas que otras, lo cierto es que todas las formas de nombrar son válidas.
Técnicas para crear nombres
Los nombres pueden nacer de muchas fuentes:
– De un sustantivo común o propio.
– De una copia, una broma o una mezcla.
– De la música, de la ironía, del folklore.
– De las personas que amamos… o de quienes odiamos.
– De nuestro propio mundo simbólico o del lore de la obra.
Hay nombres que imponen respeto. Otros que buscan incomodar. Algunos resuenan como una canción olvidada. Y a veces, uno se tropieza con el nombre como si lo hubiese estado esperando.
Ejemplo desde la experiencia
En La Casa Traverso, uno de mis personajes cambia su nombre aristocrático por un sustantivo común. ¿Por qué lo hace? Tal vez para borrar su linaje. Tal vez para abrazar otro destino. O quizá, simplemente, para mostrar una transformación simbólica de clase.
No hay una sola razón correcta. Pero sí hay una verdad en esa decisión.
Un consejo desde la pluma
Lo que realmente importa no es el nombre…
Sino lo que haces con él.
A veces, el nombre llega tarde, cuando ya conoces al personaje. Otras veces, lo nombras de inmediato, como si nombrarlo fuese también invocarlo.
Confía en tu proceso.
Escribe con libertad.
Y recuerda: el nombre no es el destino, pero puede ser su llave.