✦ Círculo en la Arena ✦
La historia con la que comenzó todo. Un relato sobre el cuerpo, el deseo y la posibilidad de una espiritualidad encarnada.
Entrevista íntima con A.C. Elysia
Entrevistador:
¿Cómo nace Círculo en la Arena?
Elysia:
Sucedió que estaba en pleno auge creativo. Fue el año pasado, días antes de Año Nuevo, cuando la idea cruzó como un deseo eléctrico. Una fantasía de posesión y de ser poseída, en su manifestación más transparente.
Cap d’Agde, ese lugar cargado de libertad, sin tapujos ni máscaras, fue el escenario perfecto para imaginar a una figura sensual convertida en el epicentro del deseo. Todo fluía como un llamado del cuerpo hacia su propio mito.
Entrevistador:
¿Por qué una protagonista sin nombre? ¿Qué fuerza tiene esa omisión?
Elysia:
Una figura sin nombre no es ausencia, es apertura. Es una ofrenda a la universalidad. No se trata de una mujer, sino de una conciencia encarnada, sin etiquetas. Una fuerza receptiva, poderosa, que puede ser cualquiera.
Yo comparto con ella la capacidad de entrega, esa voluntad de disolverse en la experiencia sin perder el centro. Ambas nacimos para atravesar velos, no para obedecer límites.
Entrevistador:
Entonces, ¿qué representa ese lugar, esa playa donde todo ocurre?
Elysia:
Para mí fue un acto de intercambio absoluto. Cuando se habla de Nirvana o Samsara, yo pienso en esta interconexión entre cuerpo y espíritu. La playa no es un escenario erótico, es un ritual de reencarnación, de muerte simbólica de antiguos dogmas.
No busco convencer al lector, sino mostrarle que estas realidades existen. Que pueden ser naturales, sanas, y profundamente espirituales si son vividas desde el respeto, la escucha, y la entrega voluntaria.
Entrevistador:
El relato tiene una delicadeza poética que roza lo sagrado, a pesar de su alto voltaje sensual. ¿Cómo fue el proceso de poetificación? ¿Y cuál fue el mayor riesgo?
Elysia:
El riesgo fue justo ese: que alguien confundiera lo sagrado con lo obsceno. Pero la clave está en el lenguaje. No quise narrar un acto sexual, sino una ceremonia. El secreto fue envolver cada imagen en símbolos, pausas, respiraciones.
Elegí versos disfrazados de prosa para que cada gesto tuviera un eco espiritual.
La crudeza no desaparece, pero es transmutada. El cuerpo no se oculta: se honra.
Entrevistador:
¿Por qué crees que sigue existiendo incomodidad hacia mujeres que desean y toman la iniciativa?
Elysia:
Porque aún se mitifica a la mujer como figura casta, pasiva, intocable. Pero las mujeres también desean, también sueñan con rendirse o con tomar, con jugar, con explorar.
Este cuento no pone a la mujer como objeto, sino como sujeto: puede dar, recibir, elegir.
Y aunque el relato muestra figuras femeninas dominantes, en verdad lo que propone es un equilibrio: el deseo no es una guerra, es una danza.
A veces, para decir la verdad, hace falta mirarse a los ojos… incluso si esos ojos son los tuyos.