🎇 Una trascendencia que perdona
Hoy me visitó la inspiración. No fue buscada ni planificada. Simplemente apareció. Y como un reflejo urgente, mis dedos comenzaron a tipear, dejando que el alma escribiera antes que la mente.
Lo que surgió fue un libro. Pequeño, dulce, transformativo. Un texto que, sin quererlo, resultó ser reencarnante.
Sí, reencarnante. Porque puede hacerte renacer. O tal vez, permitirte creer que otro lo hará. Quizás alguien a quien amas, que partió antes. O tú mismo, en un tiempo futuro, cuando sea hora de dejar este plano.
No sé si esa esperanza es verdadera o sólo una ilusión poética. Pero sé que la esperanza empuja, mientras que la tristeza frena. Y en un mundo lleno de posironía, donde ya no sabemos cuándo las palabras son sinceras y cuándo son parodia, creer en algo luminoso se vuelve revolucionario.
Por eso creo que necesitamos metáforas transformativas. Pequeñas historias que nos enseñen sin darnos cuenta. Que hagan reír y pensar. Que iluminen sin herir. Que abracen sin sermonear. Es, quizás, una forma de lo que yo llamaría una "neosinceridad mítica": Una corriente de verdad profunda envuelta en lo simbólico.
Escribir hoy en día es desafiante. Y más aún cuando el público al que quieres hablar es la familia. Hablar de la muerte no es fácil. Y hablar de ella con niños... aún menos.
Pero los niños, con su ternura y su lucidez, absorben lo esencial con una rapidez impresionante. Por eso, las historias que les damos deben ser precisas, cuidadas, pero no vacías. No debemos protegerlos con mentiras, sino guiar con belleza.
Mi intención como escritor es esa: Que quien me lea, aprenda a trascender y a perdonarse. Y hoy, esa intención se volvió historia. Una que surgió como un susurro… como una visita.
Quiero compartir un fragmento que quedó resonando en mí. Quizás también en ti:
Entonces, el Castor Ancestro dijo algo que le dolió:
—Has hecho bien. Muy bien. Pero te faltó algo pequeño… aceptar más el amor.
Perdóname. Yo nunca fui bueno enseñándote eso.
Perdónate.
Y si no estás haciendo bien, detente.
Comienza de nuevo.
Y perdónate.
Acepta más el amor.
Y transciende.